El melómano Ignacio Emilio Escobosa Serrano te comparte algunos datos curiosos que seguro no sabías de la música clásica.
Según una actual revisión publicada en la revista Nature Reviews Neuroscience por Nina Kraus, de la Universidad Northwester (EE UU), a lo largo de el entrenamiento musical para tocar una herramienta se establecen conexiones neuronales que mejoran además otros puntos de la comunicación humana.
La orquesta sinfónica de Londres poseía reserva para viajar en la inauguración del Titanic, pero no embarcó en el último momento, porque cambió su barco.
La música clásica es buena para la circulación. Científicos del Centro Médico de la Universidad de Maryland han demostrado que oír canción puede ayudar al sistema cardiovascular tanto como hacer ejercicio o tomar ciertos medicamentos. Precisamente, analizando la contestación de los vasos sanguíneos con ultrasonidos a medida que oímos melodía, Michael Miller y sus compañeros de trabajo comprobaron que el diámetro de los vasos, medido en la parte alta del brazo, se incrementa un 26% con nuestra canción predilecta. En contraste, la canción que calificamos como estresante provoca que los vasos se contraigan un 6%. Los experimentos mostraron además que oyendo canciones que invitan a reír los vasos sanguíneos se dilatan un 19%, mientras tanto que la canción relajante genera una extensión del 11%.
Se ha demostrado la influencia positiva de la música clásica en el procedimiento de varias patologías. Puesto que hay diversos desórdenes neurológicos que, si bien no poseen cura, usan la melodía como una forma de procedimiento: Alzheimer, patología de Parkinson, síndrome de Tourette y diferentes maneras de autismo.