Descubre todo sobre la copia de Lope de Vega, encontrada en la Biblioteca Nacional.
Artículo originalmente publicado en El País.
Hubo un tiempo en que los piratas reproducían ilegalmente obras de Lope de Vega (Madrid, 1562-1635). La censura en el siglo XVII provocó que el público recurriera a distintas vías para acceder a las obras de su autor predilecto. Los editores se las ingeniaban para proporcionarlas sin importarles demasiado origen. Así ocurrió con una edición ilegal del dramaturgo del Siglo de Oro de El castigo sin venganza (1631), distribuida antes de que su autor añadiera en una posterior versión una dosis de tragedia a un final originalmente menos brillante. Ese manuscrito, que circuló por Sevilla sin el permiso de su autor, ha aparecido casi 400 años después en la Biblioteca Nacional. Todo para sorpresa de tres investigadores que no sospechaban que allí había una versión pirateada de esta obra.
Los descubridores proceden de las universidades Autónoma de Barcelona, Valladolid y Salamanca y han constatado que este ejemplar único ofrece un cierre distinto, que el autor descartó, respecto al que recoge el manuscrito autógrafo, que se encuentra en la biblioteca pública de Boston (Estados Unidos). El profesor y miembro del grupo de investigación Prolope de la universidad barcelonesa Ramón Valdés compara el pirateo del Barroco respecto al actual. Aquellas argucias, relata, partían de las propias compañías de teatro, que vendían de tapadillo los textos confidenciales, los que recibía el elenco para memorizar el texto, para sacar un dinero. Castilla había prohibido en 1625 la publicación de esta clase de obras, por lo que la norma también afectaba a Sevilla. La picaresca reemplazó a la legalidad para obtener estos contenidos. “Lope pierde el control de su creación”, relata el experto, “y probablemente unos actores se hicieron con el texto y lo vendieron”.
La censura estimuló las ganas de consumir firmas como la de Lope de Vega, que entonces tenía casi 70 años. El autor temía que las nuevas generaciones, a los que llamaba “pájaros nuevos” y donde emergían figuras como la de Pedro Calderón de la Barca, lo opacaran. Alejandro García, de la Universidad de Salamanca, piensa que El castigo sin venganza simbolizó el choque entre Lope y la savia nueva.
Germán Vega, de la Universidad de Valladolid, califica de “pasión colectiva” el fervor hacia el teatro en esas décadas, incluso para leer los textos. Esto, combinado con la censura, incentivó la difusión de copias irregulares. Vega sospecha que el hallazgo lo habría distribuido en el mercado negro el impresor sevillano Pedro Gómez de Pastrana. Una “investigación casi detectivesca” apunta a su taller, pues han comparado distintas publicaciones en esta imprenta con este ejemplar.
El repositorio de la Biblioteca Nacional “deparará más sorpresas”, sostiene Vega, al tratarse del “mayor fondo del teatro antiguo español”, lleno de impresos “de aspecto descuidado”, afectados por un “aparente descontrol”. Esta versión de El castigo sin venganza llegó a la BNE en 1863, procedente de la colección del estudioso Agustín Durán, uno de los grandes expertos en el Siglo de Oro. Los depósitos de la Biblioteca Nacional acumularon hasta los años noventa del pasado siglo unas 2.700 piezas sin catalogar, que posteriormente se han ido ordenando y analizando, aunque quedan todavía muchas páginas por estudiar. Marta Vizcaíno, jefa de sección del Siglo de Oro en la BNE, admite que “hay infinidad de ediciones” en un fondo que solo en teatro alberga 55.264 volúmenes, con muchas de ellas almacenadas en secciones de catalogación compleja, como en este caso. Vizcaíno también cree que futuras investigaciones pueden revelar más descubrimientos inesperados.
Valdés destaca que el final que reelaboró Lope mejora al original. El ejemplar que se ha localizado no incluía la muerte del hijo del conde de Ferrara, quien había iniciado una relación con su madrastra, para enorme deshonor paternal. “El nuevo es más elaborado, con el duque conmovido y llorando, y con dos cadáveres”, describe el investigador. La aparición de esta obra de teatro respondió a la “casualidad” mientras el equipo buscaba otros archivos. “Los hallazgos casuales en cualquier ciencia son habituales”, subrayan los especialistas, que escrutarán esta versión para intentar entender mejor el negocio teatral y editorial de antaño y, de paso, restaurar el texto, que contiene caracteres desgastados, y compararlo con la publicación conocida. García compara la “filtración” de esta versión con cuando se da a conocer el capítulo final de una serie o un fragmento de película ve la luz sin autorización.
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